¿Qué es el Glifodes del olivo y por qué deberías tenerlo controlado?
¿Brotes dañados y hojas enrolladas? Puede ser glifodes del olivo. Te explicamos cómo identificarlo y actuar a tiempo.
Índice
El glifodes del olivo, también conocido como polilla del jazmín (Palpita vitrealis), es una plaga secundaria que cada vez preocupa más en zonas olivareras como Andalucía. Aunque históricamente ha pasado por debajo del radar, su impacto en hojas, brotes tiernos e incluso frutos lo convierte en un enemigo a tener muy en cuenta, especialmente en olivares jóvenes o en seto.
Esta mariposa nocturna de alas blancas translúcidas, perteneciente a la familia Crambidae, se reproduce con rapidez en climas templados. Sus larvas, de color verde brillante, son las que provocan los daños más visibles al alimentarse de la parte interna de la hoja y de los brotes terminales.
El problema no es tanto su aparición puntual, sino su capacidad para generar entre 5 y 10 generaciones al año, algo que dificulta el control y eleva el riesgo de daños acumulados. En un mismo olivo pueden encontrarse a la vez huevos, larvas activas y pupas en desarrollo. Y eso complica cualquier intervención.
Desde el punto de vista agronómico, esta plaga puede provocar:
- Defoliación parcial o intensa en árboles jóvenes
- Daño en los brotes guía, que afecta la estructura del árbol
- Frutos marcados o perforados, que bajan la calidad en aceituna de mesa
- Pérdidas de rendimiento si la infestación coincide con fases sensibles del cultivo
Por todo esto, tener al glifodes bajo vigilancia es imprescindible en cualquier programa de manejo integrado del olivar. Cuanto antes se detecte, más fácil será limitar su expansión sin depender de tratamientos agresivos.
Cómo identificar al Glifodes del olivo en cada fase del ciclo
Una de las claves para controlar al glifodes del olivo es saber reconocerlo en cada etapa de su ciclo biológico. A diferencia de otras plagas más evidentes, esta polilla actúa de forma discreta, y muchas veces pasa desapercibida hasta que el daño ya está hecho.
Huevo
Los huevos son pequeños, ovalados y de un tono blanco-amarillento. Las hembras los depositan individualmente o en pequeños grupos en la parte inferior de las hojas jóvenes, sobre todo en los brotes terminales más vigorosos. No son fáciles de ver a simple vista, pero si observas con detenimiento en primavera o verano, puedes detectar pequeñas acumulaciones cerca de las nervaduras centrales.
Larva

Es la fase más agresiva. Al principio, la larva es de un tono amarillo claro, pero a medida que se desarrolla se vuelve verde brillante o verde translúcido. Puede alcanzar hasta 20 mm y presenta a menudo dos líneas dorsales y dos laterales, a veces acompañadas de puntos negros.
Durante su desarrollo:
- Raspa la hoja por debajo, dejando la epidermis superior intacta (efecto «ventana»)
- Luego devora toda la lámina foliar, dejando solo el nervio central
- Forma refugios al doblar hojas y unirlas con hilos de seda
En brotes jóvenes, también se alimenta del tejido tierno, frenando su crecimiento o deformándolo. En frutos, deja pequeñas mordidas superficiales y residuos de seda y excremento.
Pupa
La larva madura forma un capullo sedoso, normalmente dentro de hojas enrolladas o pegadas entre sí. La pupa es marrón oscuro, mide de 12 a 16 mm y permanece inmóvil unos 8-20 días según la temperatura. Esta fase suele pasar desapercibida salvo que revises con atención hojas unidas o enrolladas.
Adulto

El adulto es una mariposa pequeña y delicada, de alas blancas con reflejos casi translúcidos y bordes marrones. Tiene una envergadura de unos 30–35 mm. Es fácil de identificar en vuelo durante las noches templadas, especialmente entre julio y octubre, cuando sus poblaciones están en auge.
Los machos se activan por la noche en busca de hembras gracias a las feromonas sexuales. En esta etapa no causan daños directos, pero su presencia indica el inicio de nuevas generaciones.
Cuándo ataca el glifodes y en qué momentos del año debes actuar
El glifodes del olivo no es una plaga que aparezca de forma puntual: es persistente, se reproduce rápido y puede tener actividad durante casi todo el año si las condiciones lo permiten. Saber cuándo inicia su ciclo y cuáles son los picos de riesgo es vital para anticiparte y aplicar las medidas más eficaces.
Plaga plurivoltina: de 5 a 10 generaciones al año
Palpita vitrealis es una especie plurivoltina, es decir, puede completar varias generaciones en una misma campaña. El número exacto depende de la temperatura, la disponibilidad de alimento (brotes tiernos, hojas nuevas) y la humedad ambiental.
En condiciones templadas como las del sur peninsular, puede haber entre 5 y 10 generaciones al año, con fases que se solapan: mientras una larva se alimenta, otras están pupando o emergiendo como adultos.
¿Cuándo empieza su actividad?
- Invierno: pasa en forma de larva, escondida entre hojas o en refugios de seda.
- Primavera: con el aumento de las temperaturas, aparecen los primeros adultos.
- Verano (julio-agosto): momento de máxima actividad. Las condiciones cálidas y secas favorecen la reproducción y el crecimiento larvario.
- Otoño (septiembre-octubre): última generación antes del invierno, que puede coincidir con la maduración del fruto.
Durante estos meses, es habitual encontrar larvas jóvenes alimentándose de hojas, pupas ocultas en hojas dobladas y adultos volando en busca de pareja. Esta superposición complica el control: no basta con un tratamiento puntual, sino con una estrategia continua.
Puntos críticos del ciclo
- Brotes tiernos tras la poda o el riego: foco para la puesta de huevos.
- Olivares jóvenes o en formación: más susceptibles por su crecimiento activo.
- Fases de maduración del fruto: daños directos en aceitunas, sobre todo si van para mesa.
¿Cuándo intervenir?
El mejor momento para actuar depende de la estrategia que uses:
- Control biológico (Bt o parasitoides): al inicio de la fase larvaria.
- Monitoreo con trampas: desde abril-mayo, cuando empiezan los vuelos.
- Prevención y podas: a final de invierno o inicios de primavera.
- Medidas químicas puntuales: solo si se superan umbrales de daño visual o en capturas.
Qué daños causa el glifodes del olivo y cómo detectarlo a tiempo
El glifodes del olivo (Palpita vitrealis) puede parecer una plaga menor, pero sus larvas pueden afectar seriamente la vitalidad del árbol si no se controla a tiempo. El mayor problema es que el daño empieza siendo muy sutil y muchas veces pasa desapercibido hasta que ya hay pérdidas visibles.
Aquí te explicamos qué zonas del árbol ataca, cómo evoluciona su impacto y cómo identificar los síntomas antes de que la infestación avance.
Daños en hojas: el clásico “efecto ventana”
En sus primeros estadios, las larvas del glifodes del olivo se alimentan raspando el envés de la hoja, dejando la epidermis superior intacta. Esto provoca un síntoma muy característico:
- Áreas translúcidas o grisáceas en las hojas, con aspecto seco
- Pérdida de fotosíntesis
- Debilitamiento general del árbol
Cuando las larvas crecen, devoran la hoja completa, dejando solo la nervadura central. En casos severos, esto puede provocar defoliaciones parciales o incluso intensas, especialmente en olivos jóvenes o en vivero.
Daños en brotes terminales
El glifodes del olivo no solo daña hojas. Uno de los ataques más preocupantes ocurre en los brotes apicales: los más jóvenes y activos. Las larvas se alimentan del tejido en crecimiento, y esto genera:

- Deformación del brote
- Detención del crecimiento
- Pérdida de la guía estructural, clave en olivares en seto
En árboles en formación, este daño puede retrasar la entrada en producción o condicionar su arquitectura futura.
Daños en el fruto
Aunque no es su objetivo principal, en condiciones de alta presión, el glifodes del olivo también ataca la aceituna. Suele alimentarse de la piel del fruto y, en ocasiones, dejar pequeñas galerías superficiales.
Esto provoca:
- Marcas visibles en la aceituna (problema grave en aceituna de mesa)
- Mayor riesgo de entrada de hongos
- Reducción de la calidad del aceite si el ataque coincide con el envero
Síntomas visibles a observar
Para detectar al glifodes del olivo sin esperar a una infestación avanzada, hay que estar atento a varios indicios:
- Hojas con parches translúcidos o marrones
- Hojas dobladas o unidas con seda: refugio larvario típico
- Restos de seda y pequeños excrementos negros (frass)
- Brotes con puntas secas o deformadas
- Frutos con manchas o galerías superficiales
Una revisión visual frecuente, especialmente entre mayo y octubre, puede marcar la diferencia entre una intervención puntual o una pérdida de cosecha.
Cómo prevenir y controlar el glifodes del olivo
El manejo del glifodes del olivo no debe centrarse únicamente en aplicar tratamientos cuando ya hay daños visibles. La clave está en prevenir, vigilar y actuar con precisión según el estadio y el nivel de presión de la plaga. Aquí desglosamos las principales estrategias, desde medidas culturales hasta opciones biotecnológicas.
1. Prevención y manejo cultural
Las medidas preventivas son la primera línea de defensa frente al glifodes del olivo. No eliminan por completo la plaga, pero ayudan a reducir la presión y evitan que se instale con fuerza en el olivar.
- Eliminar brotes no deseados: los chupones son especialmente atractivos para la puesta.
- Podas estratégicas: favorecen la aireación y reducen la humedad interna del árbol.
- Controlar el abonado nitrogenado: un exceso estimula brotes tiernos que atraen a la plaga.
- Gestión racional del riego: evitar microclimas húmedos en verano que favorecen su desarrollo.
- Retirada de hojas dañadas tras la infestación: reduce pupas y refugios larvarios.
En olivares en seto o jóvenes, donde el glifodes del olivo puede frenar el crecimiento estructural, estas prácticas son especialmente importantes.
2. Monitoreo: trampas e inspección visual
El seguimiento regular es fundamental para detectar la presencia temprana del glifodes del olivo. Las dos herramientas clave son:
- Trampas de feromonas: específicas para Palpita vitrealis. Detectan vuelos de adultos y ayudan a identificar los picos poblacionales.
- Inspección visual: hojas dobladas, efecto ventana, restos de seda o excrementos. Hay que revisar brotes terminales y zonas sombreadas.
Un buen monitoreo permite definir umbrales de intervención y optimizar el uso de tratamientos, evitando intervenciones innecesarias.
3. Control biológico
El glifodes del olivo cuenta con enemigos naturales que pueden ayudar a reducir sus poblaciones si se fomenta un ecosistema equilibrado:
- Parasitoides: como Trichogramma spp. (huevos) y Apanteles spp. (larvas).
- Depredadores: como Chrysoperla carnea o Anthocoris nemoralis.
- Bacillus thuringiensis (Bt): eficaz contra larvas jóvenes. Es selectivo y apto para agricultura ecológica.
Estas herramientas son sostenibles y respetuosas con la fauna auxiliar, aunque requieren condiciones ambientales adecuadas y seguimiento técnico.
4. Control biotecnológico
Una estrategia muy prometedora para el glifodes del olivo es la confusión sexual con feromonas. Consiste en saturar el ambiente del olivar con feromonas sintéticas que interfieren en el apareamiento.
Ventajas:
- No deja residuos
- No genera resistencias
- Compatible con otras prácticas del manejo integrado
Su uso es especialmente recomendable en zonas con alta presión de plaga y en campañas con temperaturas suaves.
5. Control químico (cuando no hay otra opción)
El uso de insecticidas para controlar el glifodes del olivo debe ser la última opción, y siempre bajo el criterio de un profesional cualificado. La aplicación de productos fitosanitarios está altamente regulada, y un uso incorrecto puede generar resistencias, dañar la fauna útil o dejar residuos indeseados.
En caso de superar los umbrales establecidos por el monitoreo, existen materias activas autorizadas como la deltametrina, cipermetrina, dimetoato o fosmet, pero su uso debe estar respaldado por un técnico agrícola o un asesor en Producción Integrada.
En agricultura ecológica, se pueden considerar opciones como Bacillus thuringiensis o extractos naturales autorizados, siempre ajustando el tratamiento al estadio larvario y a las condiciones del cultivo.
Recomendaciones para el manejo del glifodes del olivo
El glifodes del olivo, también conocido como Palpita vitrealis, es una plaga que ha ganado protagonismo en los últimos años en olivares de toda la cuenca mediterránea. Su alta capacidad reproductiva, la discreción de sus primeros síntomas y el daño acumulativo que puede generar en hojas, brotes y frutos, lo convierten en un enemigo silencioso al que no se debe subestimar.
Las claves para manejarlo de forma eficaz son claras:
- Anticiparse con medidas preventivas y manejo agronómico del olivar.
- Monitorear regularmente con trampas e inspección visual.
- Actuar con precisión cuando se detecten los primeros signos, especialmente en olivares jóvenes o en seto.
- Priorizar el control biológico y biotecnológico, reservando los tratamientos químicos solo para casos justificados.
- Adaptar las estrategias a tu finca, al tipo de olivar y a la presión de la plaga.
Si sigues un enfoque de manejo integrado, con decisiones basadas en datos y acompañamiento técnico, puedes mantener al glifodes del olivo bajo control sin comprometer ni la producción ni la sostenibilidad de tu explotación.
Y si te interesa conocer otras plagas del olivar que ya hemos tratado, te recomendamos que leas nuestras guías prácticas sobre:
Cada una de ellas tiene particularidades y estrategias específicas, pero todas comparten una misma idea: cuanto mejor conozcas a tu enemigo, más fácil será vencerlo.
¿Cómo diferenciar el glifodes del olivo de otras polillas que afectan al cultivo?
Aunque varias polillas pueden atacar el olivo, el glifodes se reconoce por sus alas blancas semitransparentes y los daños típicos en hojas jóvenes, con efecto “ventana” y enrollamiento. La combinación de síntomas y época del año ayuda a distinguirlo de plagas como el prays o el barrenillo.
¿Qué riesgos supone el glifodes del olivo en cultivos ecológicos o en seto intensivo?
En olivar ecológico y en plantaciones jóvenes o en seto, el impacto puede ser más severo. El glifodes ataca brotes terminales, lo que compromete el desarrollo estructural. En estos casos, la prevención, el monitoreo y el control biológico son aún más críticos.
¿Es posible realizar tratamientos preventivos sin afectar a los insectos auxiliares?
Sí, aplicando Bacillus thuringiensis en momentos clave o fomentando enemigos naturales con cubiertas vegetales y zonas refugio. También se pueden usar feromonas para monitorizar sin intervenir químicamente.
¿Qué variedades de olivo son más sensibles al glifodes?
Aunque no hay estudios concluyentes como con otras plagas, se ha observado que variedades de crecimiento rápido o con brotes más tiernos pueden ser más atractivas para la oviposición. También influye el manejo agronómico, como el exceso de nitrógeno o el riego intensivo.
Bibliografía:
– Guía de gestión integrada de plagas de olivar
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Rubén Garzón Guerrero es un profesional con una sólida trayectoria en el sector agrícola, combinando una formación académica de alto nivel con experiencia práctica en la gestión de explotaciones agrarias. Es Licenciado en Administración y Dirección de Empresas y ha completado un Executive MBA en Empresas Oleícolas por la Universidad de Jaén.
Como CEO de Garzón Green Energy y propietario de olivar superintensivo, su experiencia abarca la optimización de procesos, la rentabilidad, la innovación tecnológica en el cultivo del olivar y la gestión de biomasa.
Su visión se enfoca en el desarrollo de estrategias que permitan al sector agrícola adaptarse a los desafíos actuales, garantizando la viabilidad económica y la sostenibilidad a largo plazo.